26 de noviembre de 2014

Cuenca del Marañón en riesgo

Publicado por Noticias SER
Por:  Roy León

El desarrollo de los países depende en gran parte de la energía eléctrica. Sin embargo la generación de la misma podría resultar perjudicial para el ambiente y la sociedad. El nivel de crecimiento económico del Perú nos enfrenta a un reto mayor: el de garantizar la seguridad energética nacional, preservando los recursos naturales que poseemos.

En los últimos años, el consumo energético en el país se ha ido incrementando, en promedio, en un 6% anual, siendo los sectores minero e industrial los que registran un mayor crecimiento. Del total de energía que se consumió en el Perú en el año 2011 (31,796 GWh), la sexta parte fue producida en la central hidroeléctrica de El Mantaro.
En el 2012, la capacidad de generación energética nacional bordeó los 7,100 MW, y la máxima demanda fue de aproximadamente 5,300 MW; es decir, el margen de reserva (o sobrante) estuvo alrededor del 25%, siendo el adecuado de un 20% y el óptimo de un 33%. Sin embargo, los cortes de fluido eléctrico se presentan de manera constante, tanto en el norte como en el sur, pues la generación está concentrada en el centro. Además, el mantenimiento que se les da a las líneas de transmisión es deficiente y se usa tecnología anticuada, entre otros factores.
De acuerdo a las proyecciones del ente rector en materia energética nacional, el sector residencial elevará su consumo lentamente en los próximos años. Sin embargo, el de la minería crecerá de manera constante y acelerada, y se estima que para satisfacer dicha demanda, de concretarse los principales proyectos mineros en el país, al año 2018 se debería instalar más de 2,000 MW.

CUBRIENDO LA NECESIDAD ENERGÉTICA
El escenario nacional revela, entonces, una fuerte presión del sector Energía y Minas para impulsar proyectos hidro-energéticos, aún cuando el impacto ambiental que estos puedan tener sea considerable, las consecuencias sociales desborden el diálogo y los costos puedan resultar demasiado altos en comparación con sus beneficios.
Algunos estudios revelan que en el país se pierde hasta el 50% de la energía producida, justamente por la obsolescencia de las redes, su mantenimiento deficiente y una cultura poco eficaz en su uso. Tal vez una gran parte de la solución a la necesidad energética nacional esté en la atención que se pueda brindar a este último punto, y no en la construcción de nuevas mega centrales.
En junio del 2010, los ministerios de Energía y Minas del Perú y Brasil firmaron el “Acuerdo entre el gobierno de la República del Perú y el gobierno de la República Federativa del Brasil para el suministro de electricidad al Perú y la exportación de excedentes al Brasil”, con el objetivo de interconectar ambos sistemas energéticos mediante la construcción de centrales hidroeléctricas y líneas de transmisión.
En marzo del 2011, este acuerdo fue remitido al Congreso de la República, como proyecto de ley, para su promulgación. Fue derivado para su discusión a la comisión de Relaciones Exteriores y posteriormente, por sus implicancias ambientales y sociales, a la de Pueblos Andinos, Amazónicos, Afroperuanos, Ambiente y Ecología. Finalmente y gracias al sentido común, en el mes de mayo del presente año se emitió el dictamen en el cual se recomienda no aprobar dicho proyecto. Este paso ha sido importante para el país, debido a que el acuerdo ponía en riesgo la soberanía nacional, condicionando un potencial y estratégico recurso a una demanda internacional. Además, dejaba ver una negociación poco equitativa.
Asumir los costos y riesgos sociales y ambientales de construir grandes represas en la Amazonía fue uno de los principales motivos para desestimar la propuesta de ley; sin embargo, el gobierno central se mantiene en la postura de levantar, en el más breve plazo, represas para centrales hidroeléctricas en el Marañón, con la finalidad de explotar el potencial hidro energético que allí existe, respaldándose en el Decreto Supremo 020-2011-MEM, que declara de interés nacional la construcción de veinte centrales hidroeléctricas, proyectadas a lo largo de dicha cuenca, entre los departamentos de Huánuco, en el centro del país, hasta Loreto, en el oriente.

LA IMPORTANCIA DEL MARAÑÓN
El río Marañón es el segundo más grande y uno de los más importantes de nuestro país, recorre la sierra desde el centro hacia el norte, atravesando los departamentos de Huánuco, Ancash y La Libertad, para luego servir de límite entre Cajamarca y Amazonas. Forma uno de los principales valles interandinos de los Andes del norte peruano, y, por último, vira hacia la selva en las regiones de Amazonas y Loreto, hasta unirse al río Ucayali para formar el gran río Amazonas.
La cuenca del Marañón alberga una de las zonas más importantes para la biodiversidad en el Perú, rica en endemismos o especies exclusivas de una determinada región geográfica, que no pueden ser halladas de forma natural en ningún otro lado. Allí podemos encontrar hasta doce especies endémicas exclusivas y diez compartidas, tanto de flora como de fauna, entre las que destacan el oso de anteojos, la paloma del Marañón y diversas especies de Incaspizas, así como de anfibios y reptiles. Se afirma también que existen especies posiblemente nuevas para la ciencia.
Además de presentar una serie de ecosistemas a lo largo de su recorrido, el Marañón incluye en su curso al Bosque Tropical Estacionalmente Seco (BTES), el mismo que se considera en peligro crítico, y al que se reconoce por ser una de las zonas de biodiversidad y endemismos extremadamente altos.
El gobierno regional de Cajamarca, en el marco de la construcción participativa de la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) de la región, incluye el sub modelo de valor bio-ecológico, que reconoce la importancia de dicho ecosistema y lo considera una de las 15 zonas prioritarias para la conservación regional. Igualmente, el Sistema Regional de Conservación de Cajamarca (SIRECC), aprobado en agosto de 2011, considera parte de su componente biofísico territorial el Sitio No. 10: Río Marañón, con una superficie aproximada de 64,958 hectáreas, en tanto este es parte de las provincias de Cajabamba, San Marcos, Celendín y Chota.
Además, a través de la Gerencia de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente (RENAMA), se presentó al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP) la propuesta de área de conservación regional Bosques Secos del Marañón, para establecer así una zona reservada que conserve una muestra representativa de dicho ecosistema. Actualmente, dicha propuesta ha recibido algunas observaciones por parte del ministerio del Ambiente, las mismas que vienen siendo resueltas por el equipo técnico de RENAMA.

CHADÍN 2 Y VERACRUZ
Dentro de las veinte centrales propuestas en el cauce del Marañón, se encuentran dos ubicadas entre los departamentos de Amazonas y Cajamarca. Una de ellas se denomina Chadín 2 y ha sido concesionada a la empresa AC Energía SA (filial de Odebrecht Perú Ingeniería y Construcción SAC, del grupo brasileño Odebrecht). La otra, llamada Veracruz, tiene como empresa titular a la Compañía Energética Veracruz SAC (filial de Generalima - ENDESA Chile).
Ambas centrales hidroeléctricas tendrían una potencia instalada conjunta de 1,330 MW, siendo el área máxima de embalse proyectada de 33,2 Km2 para Chadín 2 y de 36 Km2 para el de Veracruz (Gallito Ciego se estima en 14 Km2), y embalsarían 1,981 y 3,000 millones de metros cúbicos, respectivamente (Gallito Ciego embalsa 400,4 MMC)
Como se puede apreciar, las zonas de inundación son tan amplias, que entrañan impactos ambientales de consideración para tan importante ecosistema (pérdida de bosques, biodiversidad, hábitat de comunidades endémicas, emisión de gases de efecto invernadero, deforestación, cambio en régimen de caudales y morfología del cauce, entre otros). Así mismo, conllevan serias implicancias sociales (migración, desplazamientos, incremento de enfermedades, pérdida de áreas de cultivo, entre otros).
El gobierno peruano ha otorgado la concesión definitiva a la empresa AC Energía S.A. (RS No. 073-2014-EM, del 27.oct.2014) para que construya la central hidroeléctrica, incluso conociendo los efectos que ésta tendría, como el desplazamiento de unas mil personas, la inundación de 12,000 hectáreas de bosque seco, la puesta en peligro de muchas especies endémicas de la zona y la pérdida de biodiversidad. Así mismo, desconociendo los argumentos de la población de la zona, cuyos integrantes han denunciado ante el ministerio de Energía y Minas las malas prácticas que ponen en marcha las empresas para conseguir la aprobación del Estudio de Impacto Ambiental. Este, por lo demás, no ha sido lo suficientemente consultado con los pobladores.
El gobierno regional de Cajamarca alista un recurso de reconsideración para  presentarlo al ministerio de Energía y Minas, pues se considera que los argumentos sobran para al menos discutir la ejecución de dicha central hidroeléctrica, por sus impactos graves en el ecosistema del Río Marañón y las consecuencias sociales que tendría.

Teniendo otras opciones para la generación de energía mucho más modernas y limpias, como las pequeñas hidroeléctricas, las de salto o pasada, o incluso la  energía eólica o solar, aún continuamos insistiendo en construir grandes infraestructuras que benefician principalmente a las grandes industrias, como las extractivas (minería e hidrocarburos) y las grandes compañías de ingeniería y construcción, pero que perjudican a muchos otros actores locales. Hay mil formas de hacer las cosas, pero nos empeñamos en optar por aquellas que afectan más a nuestro planeta, como si este fuera infinito.